miércoles, 28 de enero de 2009

Las Hadas existen


¿Quién dijo que no hay hadas?

Estaba en medio de un desierto, del único que me des-alberga en estos días. Es un desierto de arenas negras, de rocas inamovibles - que van creciendo a pasos agigantados hasta cobrar cada vez más altura - como si en lugar de ser rocas fueran oscuros tigres que sólo pretenden abalanzarse sobre mí para devorarme, triturar mi carne con sus fauces, despojarme de mis huesos y así, deshilachada, dejarme tirada en cualquier pozo. Me van rodeando hasta hacerme sentir el peso de una cárcel de poderosos barrotes. No hay nadie. Soy la única habitante y estoy desnuda de palabras, con los ojos huecos vaciándose en los océanos. Y así sobrevivo: enjaulada.
Las fuerzas al límite y el pensamiento agotado caen en precipicios cúbicos y ensamblables como si estuviera viviendo dentro de un rompecabezas de la tercera dimensión. A veces, tengo que mirarme al espejo para confirmar que aún existo... No hay puertas. No hay humanos.
De repente, percibo una voz muy tenue que se acerca al páramo y me sorprende. Está a una distancia prudencial, ni muy cerca ni muy lejos, pero yo siento su voz como si me estuviera hablando al oído. Es como una ensoñación, pero no, es muy real. Extiende su mano y me deja sus cálidas palabras que se van encadenando como aljófares de un collar. Esas palabras hacen que mi alma vuelva a latir por un instante y abandone su monótono encierro. Todo se llena de quietud con ese obsequio inesperado de breves palabras. Palabras nítidas, cristalinas como venidas de otro universo... Las siento sobre mí, son palabras que acarician el espíritu. Sorpresivamente, aparece el mar y lo observo. De su manantial brotan peces que van recobrando sus colores naturales. Renacen. De la tierra, comienzan a brotar rosas por doquier. Son muchas rosas pero convergen en sólo una que las contiene a todas, llena de brillo, única, especial. El aire se embellece con un aroma límpido y fresco. Las aves se visten con sus alas y las mariposas comienzan a revolotear a mi alrededor formando una esfera multicolor.
El desierto continúa siendo el mismo. Continúo siendo la única des-habitante del lugar, pero se que hay un par de ojos que escudriñan detrás del edén encantado. Se que hay una mirada que está pendiente. Una estela de hermosa luminosidad me envuelve y me abarca. Me viste con su túnica blanca. Puedo sentir al hada cercana. Puedo sentir que ha obrado la magia. No estaré sola mientras ella camine invisible a mi lado.

30/01/2005

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