miércoles, 15 de octubre de 2008

La tediosa lluvia del otro lado de los cristales



Llueve, llueve y llueve...

Hace más de veinticuatro horas que llueve sin prisa y sin pausa y todo indica que piensa continuar.
El llanto del cielo parece que ha decidido suicidarse estrellándose contra la tierra.
Los estremecedores relámpagos le cantan el himno de despedida, en su hora final, a cada una de las gruesas gotas que perece.
Hace pensar y penar. Y nosotros, aquí abajo presos de la melancolía e impotentes, sin saber quehacer para salvar a la lluvia de su caída letal.
Al otro lado de los cristales, el verano está tiritando de frío y se ha vuelto gris. Detrás de los cristales, la sequedad del vacío es, aún, más infame.
Si se mira abajo, la calle se ve regada por arroyuelos de muerte.
En el viento sólo aúllan los lobos.

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